Si queremos encontrar el Camino que nos lleve al “Árbol de la Vida”, el del reencuentro con nuestro Dios divino interior, el espíritu divino, origen de nuestra creación divina, deberemos ser capaces de ver la forma de eliminar, o más bien dominar, de nuestra conciencia lo que entendemos y aplicamos como el bien y el mal, es decir, la conciencia de nuestra dualidad como seres humanos que somos.
¿Y cuántas vidas se necesitarían para lograrlo? No es posible saberlo, pero algo sí que sabemos bien y es que existen como hibernadas en nuestro interior unas energías de luz que emanan de nuestro Dios Amor, que también llamamos virtudes, y cuya clave es precisamente hacerlas todas Una en nosotros a través de nuestro propio ejemplo en hacer el bien. [OPHIEL I – 2 – 58 62]