Habla Uriel

URIEL

 

Ángel Uriel (fuente: Obra de Miguel A. López Melgarejo)

Sí, os aseguramos que sois parte de Dios, herederos de Dios y llamados ahora por Dios para que, si sois Perfectos como vuestro Padre lo es, os unáis a Él para y por siempre.

Tened mucho cuidado, cuanto más cerca estéis de conseguir lo que a desde siempre estáis llamados, antes vendrá el Mal a enturbiar no sólo vuestro espíritu encaminado, sino también a vuestro frágil cuerpo que lo envuelve. Os dijo Jesús Nuestro Señor: «no deis las cosas santas, los logros espirituales, a la oscuridad de las personas; mejor guardadlas como el más preciado tesoro no sea que una vez que las comprendan tengan a bien hacer una ley para perjudicaros con vuestras propias palabras. No deis las cosas Santas y Grandes a quienes no pueden comprenderlas no sea que se levanten a una en vuestra contra y además de pisotearos a vosotros lo hagan con esa Santidad que os habéis merecido. Guardad lo importante y decid lo que puede encaminar. Los tesoros espirituales sean para vosotros. Sed sencillos y también al mismo tiempo sed cautos».

Os lo repito y os lo comunico: Aprended que Dios es sólo Uno, pero en su Misericordia se ha reflejado en todo este Universo para que aprendáis esa Unidad y volváis a Él para ya ser Uno Perenne.

Sabed, no creemos que esto debáis pensarlo mucho, que cada uno de vosotros, de todos los residentes en este Universo, sois duales, si, negativos y positivos y por tanto debéis estar en estos mundos hasta que eliminéis vuestra negatividad y vuestra positividad. No es Santo el que hace el bien, tampoco es malo o demoníaco el que hace el mal. Bien os digo que Santo sólo es el que en su interior carece del sentido del Bien y del Mal, por esto nadie es Santo sino Dios. ¿No fue acaso el conocimiento del Bien y del Mal el que os apresó en vuestro cuerpo y por lo que precisamente fue creado con la explosividad Divina todo este mundo de Dualidades tan acorde con vuestro estado materia-espíritu? ¿Acaso no significa la «desnudez» de los símbolos Adam y Eva el conocimiento de que el «desconocimiento» tocó a un fin y «conocisteis vuestra desnudez» simbólicamente? Y ¿Acaso vuestra «desnudez» no radica precisamente en el vacío en que estáis inmersos después de conocer lo que es el mal y el bien?.

Aún estáis pensando, calculando, inventando religamientos y sectarizando los acuerdos a que habéis llegado sobre el tema del fallo al que fuisteis llevados por aquel Samael, Iblis o Eblis —prometedor de sabiduría al fin y al cabo— que os prometió que «seriáis como dioses» sin haber llegado aún a un pensamiento más o menos lógico en vuestro interior. Y nada más fácil lo habéis tenido ante vuestros ojos aunque ¿No son ciegos los que hasta ahora os están guiando? ¿Y no es cierto que un ciego no puede conducir a otros porque tropezarían y caerían con más estrépito? A esos ciegos que os han mal encaminado en su ceguera, aparte de haberse cegado más con su negrura de intereses y materialismo, el propio Dios en Su Compasión los enviará otras tantas veces más al mundo que ellos mismos han creado lleno de podredumbre, orgullo, avaricia y crimen hasta que estén dispuestos a Ver y por consiguiente a enseñar en el camino de la Luz que Brilla eternamente y no tiene mancha ni penumbra.

¿Cuál fue pues el engaño al que fuisteis sometidos? Y empleo esta palabra porque otra no puede pronunciar mi boca. Los profetas ya os lo revelaron, nosotros también os lo hemos dicho desde el principio de vuestros tiempos, Dios mismo encarnado en hombre lo pronunció sin que ninguno prestaseis oídos tal vez porque no era compatible con los intereses de quienes crearon las religiones, y hasta en vosotros mismos está grabada en el recóndito interior de vuestro espíritu. El engaño fue prometeros que, conociendo el bien y el mal, seríais «como Dioses» y mirando las dos vertientes es posible que no existiera ni aún el «engaño» propiamente dicho.

Ese símbolo de la Serpiente Tentadora muy anterior a que lo insinuara sencillamente Moseh significa «La Sabiduría» y verdaderamente fue el ansia de Saber lo que precisamente os separó de vuestro Estado Primitivo Esencial.

Si, ¡Queríais ser «como Dioses»! y eso es precisamente lo que conseguisteis: ser «como Dios» y no precisamente «Dios» ya que desde el principio ya estabais insertos en Él así como nosotros.

 (fuente: Libro de Samahel)

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