Ángel Anariel (Fuente: Obra de Miguel A. López Melgarejo)
Un hambre horrible azotará la tierra, los desiertos avanzarán a pasos agigantados. La hierba verde se comenzará a extinguir y comeréis arbustos. Esto sólo será el principio, lento, muy lento, pero más rápido de lo que podéis imaginar. Comenzaréis a no poder beber el agua, el poco agua que vais a comenzar a tener en muchas regiones del planeta. Tras de esto comenzarán las revueltas en vuestros estados. Las fuentes se os secarán en el norte y os ahogaréis en el sur. Los ríos se convertirán en barro en el sur y las especies animales desaparecerán en el norte. Amenazará al mundo una bancarrota que provocará la guerra por el dinero perdido, por la comida que escaseará y por el agua que comenzaréis a no poder beber. Un estado someterá a otro, una nación barrerá a otra. Los hijos no nacerán, los viejos perecerán, la población correrá a ciegas debatiéndose entre la supervivencia y la idea de la muerte. Tres nuevas enfermedades aparecerán de improviso y en veinte años no podréis controlar jamás: ¡Se debilitarán vuestros músculos y huesos! ¡No podréis respirar aunque tenéis oxigeno! ¡Vuestra sangre será como el agua que entonces ansiaréis beber!
Jamás encontraréis tantos muertos en una noche, en un día, en un año. No tendréis tierra donde ocultar los cadáveres y los amontonaréis en piras que enrarecerán vuestro aire de Muerte. ¡Ved a los dirigentes de vuestros estados y naciones cabizbajos sin saber donde dirigirse, donde ocultarse del gentío, donde guarecerse de la mano del Ángel!
¡Muchos habéis pedido misericordia! ¡Muchos también habéis aborrecido al que teníais enfrente y lo habéis torturado con vuestras bocas! No reconoceréis al criminal del justo, al sabio del ignorante, al mal del bien. Vuestra torpe carrera será parada en seco porque lo que se ha narrado sólo es el principio de ese Final que muchos ansiarán y no encontrarán
Nacerán seres que tendrán dos bocas: una llorará y la otra reirá. Tres ojos y los tres secos. Cuatro brazos y ninguno servibles. Seis piernas y no podrá arrastrar su cuerpo. Dos cabezas y ninguna albergará a Dios. Maldita sea esta hora en que la ciencia nada podrá hacer porque querrá demostrar qué es Dios, sin saber que reside en su semejante.
Asesinasteis a inocentes en otras vidas, creíais que erais los jueces y sin embargo lo fuisteis de vosotros mismos; ahora todos estaréis aunados en un fin colectivo ¡Escapad a vuestra propia ira si podéis!
El sol quemará a la tierra, secará la hierba y extinguirá todo árbol y todo ser que respira. Comenzarán las sequías en España, Italia y Grecia. Los vientos dejarán de soplar en algunos lugares y por el contrario arreciarán llevando el horror de una nación a otra. Escuchad esta señal: En el principio de todas las calamidades la primavera se adelantará en el invierno.
En los desiertos se congelarán hierbas y árboles. En los hielos y nieves aparecerán repentinamente la tierra y la vegetación.
Otra señal grande que todos creerán normal se presentará en el cielo a finales de 1989: la tierra ocultará a la luna que no recibirá los rayos del sol por interponerse su sombra. Cuando esto ocurra estad seguros de que el Mal se enseñoreará del planeta y el mundo adorará al diablo como nunca lo ha hecho hasta ahora porque, a partir de que la luna se coloree de rojo como la sangre, Miguel alzará su mano y romperá el Equilibrio que existe. Sólo quien permanezca unido sabiendo que este es el principio del primer fin no será atacado por el propio mal. Las sectas que adoran a Azazel, Belial, y Satán proliferarán más que nunca. ¡Ay los sacrificios de sangre, las víctimas inmoladas en honor del Adversario! Será esto para muchas familias como el traidor que asesta una cuchillada por la espalda.
Un cometa rozará con su cola vuestra atmósfera, entonces os parecerá que miles de estrellas caerán sobre vuestras cabezas ¡risa para los sabios que ante su perplejidad verán oscurecerse al poco al Sol! Entonces y sólo entonces la tierra temblará como nunca lo ha hecho, desaparecerán islas para surgir otras nuevas, a los continentes se les arrebatarán trozos de costa donde millones de personas han vivido con holgura: robará el ladrón delante del magistrado, el político pedirá clemencia al encarcelado, el ateo elevará oraciones al cielo y el rico pedirá pan al indigente. En aquel tiempo las noches serán más largas que los días y la aurora se tornará de color violeta.
(Fuente: Libro de Samahel)
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