Amor y Libertad… la Libertad de elegir

ANAEL

(Foto. Obra de Miguel Ángel López Melgarejo)

El Amor es intrínseco en la persona, algo muy especial que llevamos siempre en lo más profundo de nuestro interior. Descúbrelo!!! la clave?? Sólo tienes que desear para los demás lo que tanto deseas para ti.

Nos lo dijo Jesús El Nazir….“Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo, como a ti misma”.

Sin Amor no hay creación, Sin Amor no hay vida. Si no hubiera un resquicio de Amor no podría existir nada inteligente con sentimientos viviendo, hasta sin Amor las sombras se destruirían a sí mismas y dejarían de existir.

Lo que nos enseña a Amar son las circunstancias que nosotros mismos originamos, no las circunstancias que vemos en los demás, pues el verdadero Amor no tiene rostro ni cuerpo, es aquél que transforma defectos en virtudes. El que Ama es creador de su propio efecto, de su compresión. De esta forma el Amor no se enseña, se muestra.

Porque el Amor no es observar, es actuar haciéndolo con pleno espíritu de Servicio, es justicia, generosidad, al mismo tiempo que libertad.

El que Ama no separa sino que une. No entorpece el camino sino que aconseja para que de algún modo sea capaz de encontrarlo. El que Ama lo hace de forma pura, es decir, lo hace sin condición alguna.

El AMOR se contagia, no se impone como una norma.

De la energía del Amor, la energía del Ángel Superior Anael, fluyen otras energías afines al amor, como son la fe, la esperanza, la bondad, la misericordia, el perdón, la ilusión, la alegría, la pasión. ¿Y qué podríamos pensar o sentir? ¿Son las otras seis energías divinas inferiores al Amor? Indudablemente que no, todas son iguales ante nuestro Dios, Único, Universal, porque las siete son su Perfección, lo que ocurre es que de esas siete energías superiores, la energía de ANAEL es la que más destaca en nuestras vidas, es la que más percibimos por sus tantas otras energías derivadas de ella.

Por eso decimos que el AMOR con mayúsculas es puro, gratuito, desinteresado, altruista y sagrado. Todo gira en torno al Amor y todo sale de él, desde la creación de lo más ínfimo hasta el sentimiento más contrario y contradictorio; todo tiene su origen común, y su desenlace es el mismo, el Amor.

Pero ese Amor, para que sea verdadero, para que sea real, ha de andar parejo con la Libertad, porque el amor con libertad es el amor que se siente por uno mismo y por los demás (lo que yo no deseo para mí, no lo deseo para los demás, …),  el ser capaz de elegir nuestro camino libremente respetando al semejante, de cambiar el apego propietario a las cosas materiales y humanas, de sacar todos esos miedos infundados por las creencias y tradiciones impuestas.

Son muchas las formas de ver la vida, eso es cierto, son muchos los caminos, eso también es cierto, pero todos ellos nos conducen al mismo sitio. Y en todos esos caminos hay grandes enseñanzas, son las escuelas de la vida, pues qué mejor que aprender de las dificultades y de los sufrimientos, de ver a nuestro Dios Amor en cualquier sitio y momento, en el parque, en un bar, en el campo abierto, en la carretera cuando conducimos, en el trabajo, en la universidad, en la enfermedad, en el infortunio, en la adversidad…etc, etc.

Por eso nos preguntamos ¿sentir el amor y demostrarlo con los actos, no es el camino real, la verdad del caminante? Cuando por Amor me perdono y perdono, cuando por Amor camino con libertad sabiendo que Dios está en nuestro interior, cuando me equivoco con Amor y trato con todas las fuerzas de enmendar lo que pude producir con mi equivocación ¿no es más o menos así, la vida del caminante, de la persona que desea avanzar en el logro de ese Amor?

El que realmente tiene a Dios en su corazón, y es consciente de que Dios reside en su interior, es humilde, se equivoca con amor, sufre por ello, es cauteloso, piensa antes de hablar, camina con temor, y la libertad es lo único que tiene como valor.

Y cuando esto ocurre, nuestro amor se hace bello, potente, poderoso y la consciencia “despierta” nos abre los ojos del alma y nos hace ver que el Amor es una virtud de Dios, creación Suya, y por tanto supeditada a Él; y es entonces cuando también sabremos que los seis rostros restantes -fe, esperanza, bondad, misericordia, perdón, ilusión, alegría y pasión- son algo así como los rostros de Dios, y comprenderemos que las seis restantes también se equiparan al Amor.

(Fuente: Foro abierto de amigos de Camino) 

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