(foto. Obra de Miguel A. López Melgarejo)
Uno de los Ángeles Guardianes o tutelares del Iniciado cuya representación luminosa se sitúa en el sur y simboliza al elemento fuego (la irradiación). También se escribe como Auriel y significa en hebreo «Luz de Dios», «Fuego de Dios» o «La luz del Señor». En etíope se escribe como Oureel y es así como lo vemos aparecer en el Apócrifo Apocalípsis de Esdras. Este Ángel es vital en uno de los Libros del ciclo de Enoch, y uno de los más importantes junto con Miguel, Gabriel y Rafael hasta que la iglesia occidental lo apartó del santoral y lo declaró «Ángel apócrifo». Como Ángel guardián le corresponde la gema llamada Jaspe rojo y su perfume sería el Almizcle (símbolo de la divina presencia).
Ahora bien, Uriel también es uno de los llamados Ángeles de los meses regidos por Laopusem. En este caso Uriel es el Ángel de Septiembre al cual le corresponde el color azul claro, su gema el Ágata y su perfume el Lirio (símbolo de resurrección).
Según el capítulo IV del Libro de Samahel este Ángel «viste de cornalina» y es así como también aparece en el Apocalipsis de Juan. Dictó muchos textos que se hallan en el Libro de las 2000 páginas, muchos de ellos velados e inéditos hasta el año 2050 según los mismos Mensajeros. Uriel es el Ángel de la IRRADIACIÓN.
(fuente. http://www.ellibrodesamahel.info/LuzCalendarioI.asp?Busca=Uriel)
ORACIÓN
ORACIÓN PARA URIEL:
“En el Nombre de las Tres Manifestaciones
cuyo misterio sólo es desvelado a los Sabios yo te invoco,
Energía de Uriel,
para que inflames mi alma toda y mi inteligencia
para atisbar los rayos de tu áurea Luz.
Deseo tomar parte en la ignición del mundo
y en su iluminación Espiritual como un artífice más
de esta gran Obra de Revolución en el Amor.
Deseo subir al carro luminoso que surca las Esferas
de los Universales lugares de acción y reacción
donde se manifiesta el gran Sol que alumbra a todo ser
sin importarle su condición, ni su procedencia ni su capacidad.
¡Heme aquí, Señor del Fuego el Graal,
convertido en cordero manso en la contienda
y en león fiero durante la paz!
¡Luz de la inteligencia,
antorcha del Saber,
reflejo de la Resurrección a un lugar nuevo!
Penetra en mí y hazme antorcha y luz entre los opuestos!
Amén. Amén. Amén”.
Sello
MES DE SEPTIEMBRE
(Fuente. Foro abierto de amigos de camino)
Es el séptimo mes del calendario romano, de ahí su nombre. Último mes del verano, paralelo a los meses de agosto y septiembre, su signo zodiacal es Virgo. Dedicado a la iniciación en los poderes y la sabiduría otorgados por Deméter, rituales estrechamente unidos al culto a Dionisos, dios del vino, al que se celebra en la vendimia propia de este mes.
Comenzaban las celebraciones del mes con la Epidaura, en honor de Asclepio o Hipócrates. El enfermo dormía en el templo de esta divinidad sanadora y durante el sueño visiona las intervenciones quirúrgicas más increíbles junto a las amonestaciones de Asclepio, cuyo símbolo es la serpiente. De allí el enfermo salía curado.
Y, después de seis meses de preparación, en septiembre ocurría la peregrinación a Eleusis, a condición de hacerla caminado, al menos el último tramo. Los misterios estaban relacionados con el culto a las diosas Deméter y Perséfone, basados en el mito protagonizado por ambas. Perséfone, es secuestrada por Hades, dios de la muerte y el inframundo. Deméter, su madre, diosa de la vida, la agricultura y la fertilidad, descuidó sus deberes mientras buscaba a su hija, por lo que la Tierra se heló y la gente pasó hambre: el primer invierno. Finalmente Deméter se reunió con su hija y la tierra volvió a la vida: la primera primavera. Pero Perséfone debía regresar con Hades periódicamente pues había comido algunas semillas de granada que éste le había dado. Perséfone permanecía con Hades un tercio del año y con su madre los restantes meses. Los misterios celebraban el regreso de Perséfone, pues suponía el regreso de las plantas y la vida a la tierra, el Renacimiento.
Había dos clases de misterios eleusinos: mayores y menores. Los misterios menores se celebraban en el mes de anthesterion (sobre marzo-abril). Los sacerdotes purificaban a los candidatos para la myesis de iniciación.
Los misterios mayores tenían lugar en boedromion (septiembre). El primer acto era el traslado de los objetos sagrados desde Eleusis hasta el Eleusinion, en la Acrópolis de Atenas.
Al día siguiente, los hierofantes (sacerdotes) declaraban el comienzo de los ritos. Los celebrantes se lavaban a sí mismos en el mar, un baño de purificación, a fin de limpiar los errores de la vida pasada y prepararse para la Gran Noche de la revelación. Dos días más tarde, comenzaba la procesión, y la gente caminaba hasta Eleusis siguiendo la «Vía Sagrada», balanceando ramas llamadas bakchoi por el camino. En un determinado punto, gritaban obscenidades en conmemoración a Yambe (una vieja que contando chistes impúdicos había hecho sonreír a Deméter en su pena). La procesión también gritaba “Iakch” o “Iakche”, refiriéndose a Yaco, epíteto de Dioniso.
Llegados a Eleusis, sobre el día siete, se mantenía un día de ayuno en conmemoración al que guardó Deméter. Durante el ayuno se tomaba una bebida especial de cebada y poleo llamada ciceón (kykeon). Al atardecer tenían lugar danzas en honor de Dionisos, en las que repetidamente se escucha el «iacchos» o grito ritual. Después, los iniciantes entraban en el Telesterion donde les mostraban las sagradas reliquias de Deméter. En el centro del Telesterion estaba el Anaktoron (‘palacio’), pequeño edificio de piedra al que sólo el hierofante podía entrar. Ésta era la parte más reservada de los misterios y aquéllos que eran iniciados tenían prohibido hablar jamás de lo que habían visto u oído en el Telesterion, so pena de muerte. Al alba, los iniciados salían transformados del santuario.
Apuleyo relata esta transformación en su Metamorfosis: «Llegué a las fronteras de la muerte, pisé el umbral de Perséfone y a mi regreso crucé todos los elementos; en plena noche, vi el sol que brillaba en todo su esplendor: me acerqué a los dioses del infierno y del cielo; los contemplé cara a cara y los adoré de cerca. Estas son mis noticias: aunque las has oído, estás condenado a no entenderlas».
Finalmente, se celebraba el pannychis, un festín que duraba toda la noche con bailes y diversiones. Al día siguiente todos volvían a sus casas. Los misterios se celebraron anualmente durante unos dos mil años. Los únicos requisitos para participar eran carecer de «culpas de sangre», no haber cometido asesinato alguno, y no ser un bárbaro (saber hablar griego). Se permitía iniciar a hombres, mujeres e incluso esclavos.
Eleusis proviene de Elul, del acadio elūlu, «cosecha», labor típica de esta época del año. Elul es el duodécimo y último mes del calendario hebreo, y, en turco actual al mes de septiembre se llama «Eylül». En sirio aylûl significa ‘uva’, y éste es el mes de las uvas. En la actualidad, la iglesia católica celebra el nacimiento de la Virgen María el día 8 de septiembre, y se suceden numerosas romerías marianas que regresan a las respectivas patronas a su lugar de culto, después de que éstas hayan permanecido durante todo el verano en la ciudad o pueblo de su patronazgo.
COLOR
AZUL CLARO
El color azul es el más profundo de los colores. Símbolo del Sacerdocio, ya que se trata del color del cielo reflejado en el agua (de lo más alto a lo más bajo, la Luz del cielo reflejada en las profundidades de la materia). Está relacionado, entonces, con la Espiritualidad. Para Kandinsky “atrae al hombre hacia lo infinito y despierta en él deseo de pureza y sed de lo sobrenatural.”
En la tradición judeocristiana es el color de la pureza y la virginidad. Cuanto más profundo es el azul, más poderosa es su atracción sobre el hombre, la llamada infinita que despierta en él, su deseo de pureza e inmaterialidad.
El azul, color mariano, expresa el desapego frente a los valores de este mundo. El signo de Virgo corresponde a la estación de la siega, cuando la evolución primaveral se ha alcanzado y deja lugar a la involución otoñal. Durante el tiempo de Virgo (que es centrípeto como el color azul) se despoja la tierra de su manto de verdor, se desnuda y deseca. Es el momento de la fiesta del nacimiento de la Virgen, bajo un cielo sin velos, donde el oro solar se torna fuego implacable y devora los frutos maduros de la tierra. Este azur es, en el pensamiento azteca, el azul turquesa, color del sol; signo de incendio, de sequía, de hambre, de muerte.
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